Todo cambia. Se transforma. Se reinventa. Evoluciona. Todo, menos las instituciones financieras. La imagen de arriba es del señor John Stumpf, presidente del consejo de administración y CEO de Wells Fargo Bank jurando decir la verdad y toda la verdad en el Senado de Estados Unidos.
El motivo de su cínica visita al honorable Congreso es el hecho que el cuarto mayor banco por activos de Estados Unidos – el cual el señor Stumpf preside – ha creado en los últimos años más de dos millones de cuentas fantasma sin el consentimiento ni el conocimiento de sus clientes.
La Oficina de Protección Financiera al Consumidor (CFPB, su sigla en inglés), ha detallado que Wells Fargo ha creado 1,5 millones de cuentas bancarias y ha emitido 565.400 tarjetas de crédito sin solicitud, autorización ni conocimiento de sus clientes. La maniobra incluye además la creación de claves falsas de tarjetas bancarias y de crédito y cuentas de correo electrónico también ficticias, beneficiándose el banco y sus gestores comerciales con el cobro de comisiones y bonos por cumplimiento de objetivos de cientos de millones de dólares. El fraude que empezó en 2011, menos de 3 años después que los Bancos destruyeran la economía mundial, recién ha comenzado a investigarse en 2015 y ha tomado estado público recientemente.
La respuesta del banco ha sido el despido de 5,300 empleados de rango bajo y medio, haciéndolos responsables de la maniobra. El mismo John Stumpf en su declaración en el Senado culpó de estas prácticas a esos empleados, que hacían crecer artificialmente la cartera de clientes y el número de cuentas para lograr el cumplimiento de los objetivos y así obtener mayores beneficios. Según Stumpf los empleados despedidos nunca recibieron instrucciones ni aprobación de los directivos para abrir las cuentas falsas.
La estrategia de hacer caer toda la responsabilidad sobre los empleados no parece quedar del todo establecida. En una carta a los accionistas en 2010, el señor Stumpf escribió que el objetivo de Wells Fargo era tener ocho productos por cliente, porque ‘ocho rima con grande’ (en inglés, eight rima con great).
Una investigación reciente de CNN cuenta con testimonios de ex empleados de Wells Fargo que, a lo largo de todo el país, han tratado de detener estas prácticas ilegales. Algunos de ellos dicen que pagaron caro por hacer lo correcto: fueron despedidos. Bill Bado, ex banquero de Wells Fargo en Pennsylvania le dijo a CNN que no sólo se negó a abrir cuentas bancarias y tarjetas de crédito falsas sino que llamó a la línea de atención ética de la compañía y envió un correo electrónico al área de recursos humanos en septiembre del 2013, indicando las actividades antiéticas que le ordenaban realizar. Ocho días después de ese correo, del cual CNN obtuvo una copia, Bado fue despedido. ¿La razón oficial? Sus llegadas tarde.
Un empleado del área de recursos humanos, afirmó incluso que el banco tiene un método definido para despedir a los denunciantes de prácticas antiéticas. Uno de los empleados fue despedido después de denunciar hechos que involucraban directamente a Stumpf, de acuerdo con la afirmación del senador Bob Menéndez.
En la audiencia en el Senado, Menéndez leyó el correo electrónico que una mujer le envió al director ejecutivo de Wells Fargo en el 2011, en el que describía tácticas comerciales que sentía eran “incorrectas”. “¿Leyó ese correo?”, le preguntó Menéndez a Stumpf. “No recuerdo ese mensaje”, le respondió el director ejecutivo de Wells Fargo. “Bueno, pues fue despedida… ¡qué lugar tan seguro!”, dijo el senador.
En la misma sesión del senado la senadora Elizabeth Warren le ha espetado en la cara al presidente de Wells Fargo: “Usted debería dimitir, debería devolver el dinero que se llevó mientras duró esta estafa y debería ser investigado criminalmente por el Departamento de Justicia y la Comisión de Valores”. Entre otras acusaciones de alto tenor la senadora dijo: “Esto no está bien. A un cajero que roba un puñado de billetes de 20 se le obliga a asumir responsabilidades, pero los ejecutivos de Wall Street nunca asumen su responsabilidad, ni ahora ni en 2008 cuando destrozaron la economía mundial”.
Las palabras de este escaso puñado de Senadores son compartidas, bienvenidas, deseadas y esperables. Pero la realidad indica que el pasado 9 de septiembre el Departamento de Justicia, el Estado de California y la ciudad de Los Ángeles, hicieron público un acuerdo con Wells Fargo por el cual es sancionada con 185 millones de dólares de multa por la apertura de 1,5 millones de cuentas falsas a nombre de sus clientes y más de medio millón de tarjetas de crédito no solicitadas. Cabe recordar que Wells Fargo fue además sancionado el pasado mes de abril con 1.200 millones de dólares en multas por ocultar los préstamos basura que llevaron al derrumbe del mercado hipotecario en 2008. Parece mucho? Pues no lo es si se tiene en cuenta que Wells Fargo ganó 5.600 millones solo en el segundo trimestre del corriente año.
«La única manera de que Wall Street cambie es que sus ejecutivos vayan a la cárcel cuando presiden fraudes masivos». Son palabras de la senadora Elizabeth Warren en la misma audiencia a la que hacemos referencia en este artículo.
Comparto plenamente la opinión de la Senadora junto a millones de ciudadanos norteamericanos. Pero la pregunta es: Senadora Warren, ¿no son ustedes los que hacen las leyes? No son entonces ustedes en el honorable congreso de la nación los que permiten esta obscena perpetuidad del fraude, la estafa, la burla y la mentira de parte de uno de los sectores mas concentrados y abusivos de la economía? La desidia e impunidad de los bancos es fiel e históricamente acompañada por los gobiernos de turno y por la condescendencia de una amplia mayoría en el congreso de la nación que en una falsa y descarada defensa de la libertad económica elude la responsabilidad de legislar regulando el comportamiento de la actividad económica improductiva que más delincuentes libres colecciona en el mundo. Y aunque senadores como la señora Warren son una maravillosa excepción, la realidad demuestra que sus esfuerzos no logran avanzar más allá del campo de la denuncia y las declamaciones estridentes.
Yo quiero ver un banquero preso. Estoy lleno de preguntas y no tengo repuestas. Solo indignación, y a veces un poco de ira. ¿Veré un banquero preso antes de morirme? Lo dudo. Pero por ahora, y por lo menos, definitivamente no quiero una cuenta en Wells Fargo.
Alex Gasquet. ©2016