A raminta “Minty” Ross nació esclava, por eso nunca supo la fecha exacta de su nacimiento. No hay registros. Algunas fuentes sugieren el año 1822. Sí se sabe con certeza que murió de neumonía el 10 de marzo de 1913. Se sabe porque para ese entonces Minty era una mujer libre, y lo era porque el 17 de septiembre de 1849 se había escapado de la plantación Poplar Neck, guiándose por la Estrella del Norte y con la ayuda de la Underground Railroad, una red de abolicionistas que brindaba protección a los esclavos fugitivos. También se sabe que Araminta había nacido en el condado de Dorchester, en el estado de Maryland, y que, por aquel entonces, para ser libres, los esclavos tenían que cruzar la línea Mason-Dixon que separaba a Pensilvania de Maryland y Delaware, que además de establecer el límite entre los estados del Norte y los del Sur, simbolizaba la frontera entre la esclavitud y la libertad, luego de que Pensilvania la aboliera en 1780. No se sabe, por razones obvias, cuál fue la ruta que tomó Minty hacia su emancipación, pero sí hay testimonio de sus propias palabras describiendo lo que sintió al cruzarla: “Me miré las manos para saber si seguía siendo la misma persona. Los rayos del sol se filtraban como oro por entre los árboles y sobre el campo, cubriéndolo todo de gloria. Sentí que estaba en el paraíso”.
Fue planeando su ansiada nueva vida en libertad que Araminta Ross se convirtió en Harriet Tubman. Harriet, en honor a su madre, Harriet “Rit” Green, y Tubman, utilizando el apellido de su esposo John Tubman. La pérdida de la identidad, en el contexto de la historia de Araminta, fue un punto de quiebre más en la ya horrorosa vida de una mujer que había sido forzada a trabajar a los cinco años, abandonando el seno familiar para cuidar los bebes de sus amos. Su trabajo consistía en ocuparse de las tareas de la casa y de asegurarse de que los bebés no lloraran, porque cuando lo hacían la castigaban a latigazos en el cuello, dejándole heridas que jamás cicatrizaron. Cambiar su identidad fue uno de los tantos tormentos que sufrió Araminta, cuyo segundo trabajo, con tan solo siete años, fue el de juntar las ratas que quedaban atrapadas en las trampas. Esa tarea que la obligaba a permanecer mojada a diario de la cintura para abajo y que debilitaba sus defensas, provocó que contrajese sarampión. En este contexto, la pérdida de la identidad aparece como un trámite casi burocrático considerando que Araminta podría haber muerto varias veces a lo largo de su vida, como cuando a los 12 años, tratando de ayudar a escapar a un esclavo fugitivo, su cabeza interceptó una masa que el amo había revoleado para detenerlo y que terminó abriéndole la cabeza, causándole alucinaciones y dolores que la acompañarían durante toda la vida. Ni siquiera la libertad traería calma a su existencia, ya que, a pesar de haber salvado a muchos esclavos, en sus travesías de vida o muerte a través de la Underground Railroad y conduciendo en 1863 al Segundo Batallón de Carolina del Sur, cuando le llegó el tiempo de cobrar su pensión, el gobierno se la negó por treinta años. Y no fue sino hasta la muerte de Nelson Davis, su segundo marido, que pudo contar con un ingreso estable percibiendo el retiro del difunto.
LIDERANDO LA LIBERACION
El 17 de septiembre de 1849, Minty reunió a sus dos hermanos varones y los convenció de que era el momento de escapar. Ella se había enterado de que sus amos estaban a punto de venderlos y separarlos. Salieron juntos de la plantación Poplar Neck, pero Harry y Ben se arrepintieron y regresaron. Araminta se aseguró de que quedaran a salvo y siguió su camino tal y como lo había planeado. Viajaba de noche para no ser interceptada por los cazadores de recompensas. La primera persona que le ofreció ayuda en su travesía fue una mujer cuáquera que resultó ser miembro de la red Underground Railroad, gracias a la cual Harriet pudo llegar a Filadelfia. “Había cruzado la línea. Era libre, pero no había nadie del otro lado para recibirme. Era una extraña en una tierra extraña y mi hogar estaba en Maryland, porque mi padre, mi madre, mis hermanos y hermanas como mis amigos, estaban allí. Yo era libre y ellos debían serlo.” La cita aparece en la biografía oficial publicada en el sitio harriettubman.org y explica los diecinueve viajes que Harriet realizaría de regreso a su hogar, arriesgando su vida, para brindarle la posibilidad de un nuevo comienzo a sus seres queridos. Por eso el abolicionista William Lloyd Garrison la apodó “Moisés”, en clara alusión a la idea de liderar a los suyos hacia la tierra prometida: la libertad. El primer viaje de regreso de Harriet fue para rescatar a su sobrina Kessiah y a sus hijos James y Araminta. La restitución fue exitosa y Harriet se hizo cargo de abonar los estudios de su sobrino James. Años más tarde, James se convertía en maestro de escuela. Las cosas se complicaron (aun más) para Tubman tras la entrada en vigencia del Acta de Esclavos Fugitivos de 1850. El riesgo era cada vez mayor, ya que a partir de ese momento los esclavos debían llegar hasta Canadá para ser libres. Las estrategias de escape eran claves. Los miembros de la red utilizaban un lenguaje en código para comunicarse, como, por ejemplo, canciones. Como la mayoría de los esclavos no sabía leer ni escribir, se les asignaban significados a las diferentes canciones religiosas que habitualmente entonaban. Otra táctica era la de escapar los sábados, ya que los domingos era día de descanso, y entonces nadie notaba la ausencia hasta el lunes a la mañana, dándole así al fugitivo un tiempo de ventaja significativo. Viajar armados era necesario. Tanto como el apoyo económico que aportaban los amigos y admiradores de Harriet y de su causa, como la abolicionista y defensora de los derechos de las mujeres Lucretia Mott y los reformistas Frederick Douglass y Martha Coffin Wright, quienes además constituirían la propia red de Tubman, la Northern Underground Railway. El desafío mayor para Harriet fue el de liberar a sus padres. Ben Ross, su progenitor, siempre había sido un hombre libre, pero como los hijos al nacer heredaban la situación de la madre –Harriet Ross no era libre–, en consecuencia, tampoco lo eran Araminta y sus hermanos. Y si bien se suponía que, al cumplir los 45 años, los esclavos debían ser puestos en libertad, la realidad era que los amos hacían lo que mejor les convenía.
NEGOCIOS DE FAMILIA
En 1844, Araminta contrajo matrimonio con un hombre libre, John Tubman, también oriundo de Dorchester. Como él no era esclavo y ella sí, el matrimonio resultó ser una unión informal de la que poco se sabe, salvo que en 1867 John falleció víctima de una confrontación con un hombre blanco llamado Robert Vincent que jamás fue acusado por el delito. Dos años más tarde, la viuda de Tubman conoció a Nel son Davis, un fabricante de ladrillos que había sido esclavo en Carolina del Norte y había combatido en la Guerra Civil. Harriet y Nelson se casaron el 18 de marzo del mismo año en que se conocieron. Al poco tiempo adoptaron a Gertie. En 1888, Nelson moría de tuberculosis, dejándole como herencia a Harriet el primer salario estable de su vida: su pensión por fallecimiento de ocho dólares mensuales. Como su propio retiro le era negado, las únicas fuentes de ingreso de Harriet llegaron, literalmente, de la mano de su amiga, la escritora Sarah Bradford, autora de su primera biografía. Gracias a la venta de ese libro, Tubman pudo ponerse al día con sus deudas y sostener económicamente a sus ancianos padres. Scenes in the life of Harriet Tubman fue publicado en 1869 y recaudó 1200 dólares. El éxito de esas primeras memorias generó una segunda llamada Harriet, The Moses of Her People, lanzada en 1886.
HEROÍNA NACIONAL
El enfrentamiento de los estados del Norte con los del Sur se profundizó con la firma del Compromiso de 1850 –un paquete de leyes redactadas, paradójicamente, con el fin de distender la tensión– y el Acta Kansas-Nebraska de 1854, que brindaba a ambos estados la libertad de asumir una posición propia respecto de la esclavitud dentro de los límites de sus territorios. En 1860, tras la elección de Abraham Lincoln como presidente, los estados sureños se unieron con Carolina del Sur y formaron la Confederación. Pronto estallaría el horror de la guerra, y con ella la oportunidad para los afroamericanos de demostrar lealtad y compromiso con su país, en pos de la obtención de su ciudadanía. El escritor Frederick Douglas, el obispo y escritor Jermain Loguen y el escritor e historiador William Wells Brown, líderes reformistas afroamericanos, apoyaron la idea del alistamiento en la Union Army. En 1861, Tubman fue reclutada como voluntaria en la tropa del general Benjamin Buttler, abogado, político, soldado y hombre de negocios. En la legión con asentamiento en Fort Monroe, Virginia, Harriet era la única afroamericana. Su rol no era oficial y consistía en asistir a los fugitivos que se sumaban a la lucha junto con sus familias y que aportaban su mano de obra en la construcción de caminos y canales a cambio de comida. A las mujeres se les asignaban tareas domésticas. Tubman fue enfermera, cocinera y lavandera. En 1862, fue trasladada a Carolina del Sur para unirse al equipo del Dr. Henry K. Durand, director del hospital de esclavos liberados de Port Royal. Allí, Harriet aportó su conocimiento de medicina tradicional para salvar la vida de soldados en peligro de muerte, víctimas de la fiebre tifoidea, cólera, malaria, fiebre amarilla, varicela y disentería. Su poder sanador la convirtió en leyenda. La Proclamación de Emancipación de 1863 legitimó el reclutamiento de soldados afroamericanos. Para esa época, Tubman fue asignada a un grupo de exploradores (espías) encargados de crear rutas de escape para los esclavos que aún vivían en cautiverio. Fue liderando el Segundo Batallón de Carolina del Sur en el río Combahee, que el 2 de junio de ese mismo año Harriet liberó a varios esclavos. Esta misión, que al principio había pasado desapercibida, así como su inigualable labor de rescate junto a la Northern Underground Railway, terminarían haciéndola célebre gracias a un artículo que el periodista Franklin B. Sanborn escribió para el Commonwealth, un periódico abolicionista de Boston. Algo que aclarar. Las cifras exageradas sobre el número de personas esclavizadas que Tubman liberó también han provocado discusiones. Citando las propias palabras de Tubman, su biógrafa Kate Larson –en 2003, publicó Bound for the Promised Land– estima que Harriet liberó a unas setenta personas en trece viajes que realizó desde Maryland hacia la libertad y no trescientas o mil, como se ha escrito. Tubman también aconsejó a otras setenta más sobre cómo usar la red de apoyo.
UNA VIDA DE SERVICIO
Cuando la Guerra Civil llegó a su fin, Tubman se instaló definitivamente en su casa de Auburn, Nueva York, junto a sus padres, sus hermanos y sus familias. Las puertas de su hogar en la calle South Street permanecían abiertas de par en par para todo aquel que necesitara ayuda, abrigo y protección camino de su emancipación. Privada de la pensión que se había ganado arriesgando su vida una y otra vez, Harriet puso manos a la obra y en su jardín armó una huerta que alimentaba tanto a su familia como a los fugitivos, en la que además criaba chanchos. Siempre contó con la ayuda de sus admiradores y de sus amigos. En 1896, con un préstamo del banco local y una donación de la iglesia Mother African Methodist Episcopal Zion pudo comprar en una subasta un terreno de 25 acres que, en 1903, donaría a la iglesia, con la condición de que lo convirtieran en un hogar de ancianos. En 1908 su sueño se volvió realidad. Allí, pasaría el resto de sus días.
LA CARA EN EL BILLETE
Durante el mes de abril de 2016, el secretario del Tesoro Jacob Lew anunció que la imagen de Harriet Tubman reemplazaría al frente del billete de 20 dólares a la del ex presidente Andrew Jackson, y que la del séptimo mandatario –reconocido esclavista– pasaría a ilustrar el dorso de ese mismo billete.
LOS SIMBOLOS IMPORTAN
Los símbolos nos ayudan a definir quiénes somos como pueblo y la historia que queremos contar sobre esta nación. Entonces, con respecto al billete de $ 20, la elección es entre el titular actual – Andrew Jackson -, un hombre blanco racista que esclavizó a los seres humanos, y una mujer negra que arriesgó su vida repetidamente para liberarlos. Harriet Tubman, trabajadora incansable por el sufragio femenino, fue elegida en 2016 por el secretario del Tesoro del presidente Obama para reemplazar a Andrew Jackson en el billete de $20 a partir de 2020. Jack Lew, el secretario del Tesoro de Obama, elogió a Tubman como “un modelo a seguir para el liderazgo y la participación en nuestra democracia”.
Pero el 22 de mayo de 2019 el secretario del Tesoro de Trump, Steve Mnuchin, anunció que Tubman será desterrada del billete de 20 dólares. Andrew Jackson, el propietario de esclavos que robó tierras a los nativos americanos, permanecerá en la moneda al menos hasta 2028. La razón aparente, al menos según Mnuchin, es que la primera prioridad del Tesoro es modificar el diseño del billete de $20 para abordar “problemas de falsificación” que no pudo especificar. Cuando se le preguntó, durante una audiencia en el Congreso, si él personalmente cree que Tubman debería aparecer en el billete, respondió: “No he tomado ninguna decisión al respecto”.
La actitud de Trump sobre Tubman ha sido obvia desde 2016, cuando le dijo al programa “Today Show” de NBC que el plan de ponerla en el $20 lo molestó mucho: “No me gusta verlo. Creo que es pura corrección política”. Y, según los informes, fue más directo en la conversación con los asesores de la Casa Blanca. Según Omarosa Manigault Newman, la ex asistente que escribió el libro “Unhinged”, Trump le dijo lo que realmente pensaba sobre Tubman: “¿Quieres que ponga esa cara en el billete de $20?”. Trump, no solo denosta a Harriet Tubman, sino que admira profundamente a Andrew Jackson. Al principio de su mandato, visitó su tumba y tuiteó: “Honramos su memoria. Construimos sobre su legado”. Era un legado de opresión, como se presenta vívidamente en el libro “Jacksonland”. Basta una muestra: “El estilo de negociación de Jackson (con los nativos americanos) era franco y coercitivo. En charla tras charla a lo largo de los años, les dijo a los líderes nativos que era su amigo y que quería pagar por sus tierras, pero que, si no las vendían, los colonos blancos se las apropiarían gratis”. Jackson, los miembros de su familia y sus socios comerciales más cercanos finalmente robaron más de 45,000 acres. Donald Trump ama tanto a Jackson que en 2017 ofreció esta increíble lección de historia: “Fue durante la Revolución que Jackson enfrentó y desafió por primera vez a una élite arrogante”. Para que quede completamente claro: Cuando estalló la Revolución, Jackson tenía ocho años; y para cuando los británicos se rindieron en Yorktown, tenía 14 años.
Trump dejó la Casa Blanca en enero de 2021. La administración Biden-Harris, si bien habían hecho la promesa de acelerar el proceso de inclusión de Harriet Tubman en el billete de 20 dólares, a la fecha no parece haber avance alguno. Parece increíble que este país pueda poner una nave en Marte, pero no pueda cambiar la imagen en un pedazo de papel. Se equivocan. Los símbolos sí importan.