Es una isla especial. Desde sus olores: nuez moscada, clavo y vainilla, que le darán la bienvenida nada más llegar, a sus exóticas playas y los secretos arquitectónicos y artísticos que se ocultan en su capital, con la que comparte nombre, todo en Zanzíbar es diferente y, sobre todo, relajante. La “isla de las especias”, como se la conoce por la ruta de comercio de estos productos que recalaba muchos siglos atrás, Zanzíbar es un destino de playa, pero también esconde joyas culturales que podrá ir descubriendo a lo largo de su estadía.
Situada en el océano Indico, en la capital de la isla podrá ver las huellas que dejaron árabes, africanos y portugueses. Sin embargo, uno de los imponderables de este archipiélago realmente espectacular es gozar de sus playas. Tienen las condiciones perfectas para poder disfrutar de muchos deportes acuáticos gracias a sus aguas claras. Un dato no menor: Zanzíbar pertenece a Tanzania, pero tiene características propias, como el hecho de que cuenta con su propio presidente. Y eso ya le confiere un ambiente totalmente distinto.
Isla de Unguja. Rodeada por algunas de las mejores playas de coral de Africa, Unguja –o también Zanzíbar, lo que muchas veces lleva a la confusión– es la isla principal del archipiélago. Aquí casi todas las frutas tropicales y especias crecen por doquier, sobre todo en la mitad occidental, ya que la parte oriental, de suelo coralino, es menos productiva y está cubierta en su mayor parte por arbustos, baobabs y palmerales. La ciudad de Zanzíbar, en el lado occidental de la isla, es el corazón del archipiélago, y la primera parada para la mayoría de los viajeros. Está dividida en dos mitades por Creek Road, en su día un arroyo, que separa Stone Town de Ng’ambo, donde vivió una pequeña comunidad de esclavos y que ahora alberga la creciente nueva ciudad con sus oficinas, edificios de viviendas y barrios marginales.
Stone Town. Es el distrito histórico de la capital Zanzíbar. Sus edificios fueron los primeros hechos en piedra, aunque su nombre en swahili es Mji Mkongwe (ciudad vieja). Pequeñas callejuelas, mezquitas, puertas de madera ricamente ornamentadas y balcones de celosías deleitarán al visitante. Todo refleja la influencia arquitectónica de todas las comunidades que habitaron o manejaron los destinos de estas islas a lo largo de cinco siglos. Este puerto natural sirvió de puesto para las rutas de comercio o de exploración, fue un importante mercado de esclavos y además punto de partida de muchas de las expediciones colonizadoras euro peas. Los dos edificios principales son el Beit-al-Ajaib –la casa de las maravillas, que data de 1968– y el Ngome Kongwe –fuerte árabe, construido entre 1710 y 1715–, aunque en cada callejón pueden hallarse excelentes demostraciones de la riqueza arquitectónica que le valió ser declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Otra de las visitas obligadas es la casa del doctor David Livingstone. El gran explorador de Africa vivió en una grandiosa casona blanca y azul que hoy acoge en su interior un museo en el que podrá conocer un poco mejor la historia de la colonización del continente africano. Esta ciudad es asimismo recordada como el lugar de nacimiento de Freddie Mercury, el recordado cantante de Queen.
Atolón Mnemba. Un verdadero edén tropical localizado en la costa noreste de Unguja. Para los amantes de los deportes acuáticos el menú de actividades no tiene fin. El buceo, el submarinismo, el snorkel, la pesca en alta mar, los paseos en kayak, la pesca con mosca, el windsurf y la natación con delfines se convierten en una experiencia única. Por otro lado, entre abril y agosto, el visitante podrá ser testigo del peregrinar de las tortugas que van a poner sus huevos en las playas.
Ruta de las especias. Es parte de su atractivo: Zanzíbar ha sido un importante centro comercial de especias. Su historia no se comprendería sin la nuez moscada, el clavo, la canela, el cardamomo y otras muchas especias importadas por los sultanes de Omán. Las plantaciones, que están a pocos kilómetros de Stone Town, son un clásico ineludible.
Isla de Pemba. Pese a que es más pequeña que Unguja, atesora un paisaje con una vegetación exuberante, lo que merece su apodo de “isla siempre verde”. Es famosa por sus mareas espectaculares y por su rica y variadísima vida marina que rodea sus paradisíacas aguas turquesas. Pemba está envuelta por colinas empinadas llenas de arrozales y frondosos bosques naturales, como el bosque Ngezi en el norte. Los paseos por granjas de especias son una de las particularidades de la isla, durante los cuales se visitan plantaciones de canela, vainilla, clavo y otras plantas aromáticas y medicinales. Hay muchas y hermosas playas vírgenes alrededor de su costa, y el extremo norte de la isla es uno de los parajes más bellos del mundo para los apasionados del submarinismo.
La guerra más corta de la historia. Además de implicar un avistaje por el pasado de todo el continente, en Zanzíbar puede conocer detalles curiosos de las luchas de los países europeos por el dominio de estas tierras. Por ejemplo, en su puerto se vivió la batalla más corta de la historia de los conflictos bélicos. En 1896, Gran Bretaña atacó la isla tras un golpe de Estado que había tenido lugar dos días antes. Tras 38 minutos de bombardeo desde los buques de guerra británicos contra el palacio del gobierno, la isla se rindió.
Playas. Están consideradas entre las mejores del mundo, al estar resguardadas por barreras coralinas que han proporcionado la creación de su característica fina arena blanca y una soñada agua transparente. Las mejores playas de Unguja son Jambiani, Kiwengwa, Nungwi, Paje y Pongwe. En Pemba sobresalen Kangani-Kukuu, Kiuyu, Wamba y Mbuyuni (sólo accesible por vía marítima). Rivalizan con todas estas las maravillosas playas de las islas cercanas de Misali, Kojani y Shamiani.
Sabores. El aroma a clavo y canela, así como las frutas, verduras, pescados y mariscos, son elementos comunes en gran parte de los platos típicos de esta diminuta isla. Un viaje a Zanzíbar requiere además de merodear por sus calles y deleitarse con sus mercadillos, degustar sus ensaladas, zumos de frutas y productos del mar de gran calidad, ya que la frescura de todos los ingredientes aporta a las comidas sabores únicos.